A partir del 1 de junio de 2025, México vivirá una transformación sin precedentes en su sistema judicial. Por primera vez, los ciudadanos elegirán directamente a jueces, magistrados y ministros federales, como resultado de la reforma judicial aprobada en septiembre de 2024. Este cambio busca democratizar la justicia, pero también ha generado debates sobre su impacto en la independencia judicial y la eficacia del sistema.

La reforma judicial de 2024 introdujo cambios significativos en la organización del Poder Judicial de la Federación:

    • Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): Se redujo el número de ministros de 11 a 9, con mandatos de 12 años sin posibilidad de reelección. La Corte ahora sesionará únicamente en pleno, eliminando las salas.
    • Elección Popular de Jueces y Magistrados: Todos los cargos judiciales federales, desde ministros hasta jueces de distrito, serán elegidos por voto popular. Los ministros tendrán mandatos de 12 años, mientras que jueces y magistrados servirán por 9 años, con posibilidad de una reelección. Los candidatos son propuestos por los tres poderes de la Unión y seleccionados mediante comités de evaluación.
    • Órganos Sustitutos del Consejo de la Judicatura Federal:
      • Órgano de Administración Judicial: Encargado de la administración y carrera judicial, excluyendo a la SCJN y al Tribunal Electoral.
      • Tribunal de Disciplina Judicial: Responsable de investigar y sancionar a jueces y magistrados por faltas administrativas o de desempeño.

 

El próximo 1 de junio se llevarán a cabo las primeras elecciones judiciales bajo este nuevo esquema. Se elegirán 881 cargos federales, incluyendo:

    • 9 ministros de la SCJN.
    • 17 magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
    • 5 magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial.
    • 850 jueces y magistrados de circuito y de distrito.

Además, en 19 estados se realizarán elecciones para casi 2,000 cargos judiciales locales.

 

A pesar de los objetivos declarados de democratizar la justicia y combatir la corrupción, la reforma ha enfrentado críticas y desafíos:

    • Independencia Judicial en Riesgo: Organizaciones nacionales e internacionales han expresado preocupación por la posibilidad de que la elección popular de jueces comprometa su imparcialidad y los exponga a presiones políticas.
    • Complejidad del Proceso Electoral: Con más de 18,000 candidatos registrados para 881 cargos, los votantes enfrentan dificultades para informarse adecuadamente sobre las opciones, lo que podría afectar la calidad del voto.
    • Participación Ciudadana: Se estima que la participación en estas elecciones podría ser baja, entre el 8% y el 18%, lo que cuestiona la legitimidad del proceso.

 

La implementación de esta reforma representa un experimento democrático sin precedentes en México. Si bien busca acercar el sistema judicial a la ciudadanía y aumentar su legitimidad, también plantea riesgos significativos para la independencia y eficacia del Poder Judicial.

El éxito de esta transformación dependerá de varios factores:

    • La capacidad del Instituto Nacional Electoral para organizar elecciones transparentes y eficientes.
    • La participación informada de la ciudadanía.
    • La actuación imparcial y profesional de los nuevos jueces y magistrados electos.

En este contexto, es fundamental que la sociedad civil, la academia y los medios de comunicación desempeñen un papel activo en la vigilancia y evaluación del proceso, para asegurar que los objetivos de la reforma se cumplan sin comprometer los principios fundamentales del Estado de Derecho.

Conclusión:

La reforma judicial que entrará plenamente en vigor tras las elecciones del 1 de junio de 2025 marca un antes y un después en la historia del sistema judicial mexicano. Si bien su objetivo es hacer más accesible, democrático y transparente el acceso a la justicia, también abre interrogantes serios sobre la independencia judicial, la preparación de los nuevos jueces electos y la viabilidad operativa del nuevo modelo.

En este contexto de cambio profundo, la ciudadanía necesita más que nunca orientación legal confiable, imparcial y profesional. Comprender cómo afectarán estos cambios a los procesos judiciales, los derechos constitucionales y la protección legal individual y corporativa será crucial en los próximos años.

 

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